Verde Prato, dulce rebelde

Verde Prato, dulce rebelde

Texto: Manuela Estel / Fotos y videos: Verde Prato
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Con su proyecto Verde Prato, Ana Arsuaga ha creado un universo musical singular e inclasificable, que la ha llevado a recorrer toda Europa.

Era una tarde de 2019 en Bilbao, Ana Arsuaga buscaba con urgencia un nombre para subirse al escenario. Acababa de aceptar, por primera vez, tocar en solitario en un concierto de música experimental. Pero no quería usar su nombre real. “No quería que viniera toda mi gente”, cuenta. Por eso necesitaba un nombre ambiguo, que no revelara nada sobre quien lo portaba: que pudiera ser mujer o hombre, solista o banda.

En ese instante, resurgió en su memoria una imagen: en las paredes de la casa familiar en Tolosa siempre había colgado un cartel antiguo, de una obra llamada Verde Prato, creada por su madre cuando Ana aún era niña. Sin pensarlo dos veces, Ana tomó el seudónimo y se lanzó de inmediato a componer tres canciones.

Seis años después, ‘Neskaren Kanta’, la canción improvisada para aquella noche, ha acumulado casi dos millones de reproducciones en Spotify y el nombre ‘Verde Prato’ resuena en salas de concierto y festivales por toda Europa.

Esa es, en esencia, la paradoja de Verde Prato: una música nacida desde la discreción, pero impulsada por una voz imposible de ignorar. Un proyecto sin igual, tan íntimo como universal en sus raíces.
Un camino inclasificable

Definir el estilo musical de Verde Prato nos llevaría demasiado tiempo. Ella tampoco lo sabe con certeza; después de dudar y esbozar una sonrisa, lo resume así: ecléctico. ¿Y cómo no? Ana Arsuaga creció en el eclecticismo.

Su madre era profesora de teatro. Su padre, pintor de casas. Este último le transmitió la afición por los libros y la música. Sin embargo, fueron sus tías, pianistas, quienes, desde muy joven, la sentaron frente al teclado. En la casa de los Arsuaga, los mil colores del arte se manifiestan constantemente y en todas sus formas.

Desde pequeña, Ana ya se sentía diferente. Devoraba libros, prefería las películas en su versión original y cada vez estaba más alejada de los gustos de sus amigas y amigos. “Tolosa es pequeña. Es fácil sentirse fuera de lo común. Me entraron ganas de irme, de ver algo diferente.” El arte se convirtió primero en su refugio; y pronto, en camino.

Tras el bachillerato, estudió Bellas Artes en Bilbao, y en esa época, junto con dos amigas formó Serpiente, un trío libre y ruidoso. “Disfrutamos mucho creando música, el resultado nos daba igual.” El grupo exploraba una versión muy personal del post-punk, bebiendo de Jayne Casey, Cate Le Bon y Siouxie and the Banshees. “Ser un grupo de chicas lo cambiaba todo. No había expectativas. Ni objetivo concreto. Solo ganas de crear.”

El artista Jon Mantxi la vio en un concierto de Serpiente y la invitó a tocar en solitario. Así nació Verde Prato. Con las tres canciones que interpretó aquella noche, sentó las bases de un universo singular y diverso: ‘Neskaren Kanta’, un reguetón espectral; ‘Mutilaren Kanta’, un encantador conjuro; y ‘Galtzaundi’, una canción popular tamizada por el filtro de la electrónica minimalista. Las invitaciones no tardaron en llegar y comenzó a tocar con regularidad. No paró de dar conciertos: de Tolosa a Praga, y de las Azores a Londres. Y, casi sin darse cuenta, Ana Arsuaga llevó consigo a Verde Prato —¡y el euskera!— a todos esos rincones.

«Más tarde, su madre le contaría que Verde Prato era el título de un cuento de Giambattista Basile, en el que la princesa salva al príncipe.»

Sobre el escenario, una obra completa y reivindicativa

Más tarde, su madre le contaría que Verde Prato era el título de un cuento de Giambattista Basile, en el que la princesa salva al príncipe. Difícil dar con algo mejor: desde el inicio, Ana trazaba su propio camino. Su radical propuesta mezcla aguas de distintas fuentes: el bertsolarismo, el canto litúrgico y la performance contemporánea.

Cuando empezó, una nueva ola artística sacudía ya el País Vasco, y ella también bebió copiosamente de esa corriente. Cita especialmente a Mursego: “Tocaba el violonchelo, hacía bucles, añadía electrónica… Era muy potente, innovadora, me marcó.” En su grupo, Serpiente, todo estaba permitido. Así que, ¿por qué no dar rienda a esa pulsión experimental? “Pensé: si tengo ganas de hacer reguetón, lo haré. Si me gusta el flamenco, lo meteré en una canción.”

El hilo rojo de Verde Prato es el minimalismo. Sube sola al escenario, sin adornos ni acompañantes, e impone una presencia magnética. Un teclado, un looper y una voz desnuda que juega con los espacios extremos. Casi nada —y, al mismo tiempo, todo un mundo.

Su creatividad es innata, casi orgánica. Pero no deja nada al azar, ni siquiera el vestuario. Ana trabaja con una amiga diseñadora de moda para crear siluetas sorprendentes. “No quiero que se vea solo a una chica cantando. Quiero que el público sienta un proyecto completo. Algo teatral, estético. Casi plástico.”

También lleva al escenario una reivindicación política y feminista. “Soy mujer, compongo sola, subo sola al escenario. Como espectadora, yo también quería ver eso». Cantar en euskera no fue una decisión tan meditada al principio. Le resultaba natural escribir en la lengua materna. “¡Pero ver a gente bailando en toda Europa al son de mi lengua es un sueño hecho realidad! Ahora, esa elección tiene un peso enorme para mí.”

La dulzura como manifiesto

Verde Prato ha grabado su último disco, “Bizitza Eztia”, en Roma, junto al productor Donato Dozzy, una figura clave de la electrónica minimalista. A la sombra de Italia, parte de sus propias vivencias para explorar una idea muy personal de la dolce vita.

“Pero esa dulzura tiene que estar al alcance de todo el mundo. Si no, no es una verdadera dolce vita.” Porque detrás de la delicadeza electrónica emergen temas de mayor peso: la necesidad de un mundo más inclusivo, la libertad, el feminismo, la presión social que recae sobre las mujeres.

Este último disco encarna plenamente las tres palabras con las que Ana Arsuaga ha conseguido, por fin, definirse: “Chica. Dulce. Radical.”

Las hormigas, pequeñas pero poderosas, de Iñurri

Las hormigas, pequeñas pero poderosas, de Iñurri

Texto: Manuela Estel / Fotos: Andoni Beristain
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Miren y Julene tenían poco más de 25 años cuando fundaron Iñurri, en un bar de Usurbil. Querían acompañar a mujeres con cáncer de una forma liberadora. Su asociación pronto destacó por su enfoque feminista, en Gipuzkoa y más allá.

En su local bañado de luz en Usurbil, frente a un mural multicolor de Zumeta, Miren y Julene, cofundadoras de Iñurri (hormiga en vasco), pasan las imágenes de un finde en Madrid entre amigas. Risas, tapas, paseos por el Retiro… Momentos de alegría sencilla. Pero hay un detalle: es el último fin de semana de Leire, de 22 años, en fase terminal de cáncer. Sonríe todo el tiempo. Y muere unas horas después, en la cama del hotel, rodeada de su madre y de las “iñurris” que se han convertido en sus amigas.

“Si la muerte podía ser bonita, lo fue”, cuenta Miren. Detrás de ella, las camisetas de la asociación lucen su lema: Hil arte, bizi — Hasta la muerte, vive. Esa es la misión de Iñurri: ayudar a las mujeres con cáncer a priorizarse, sacudirse las imposiciones, y vivir como quieran. Un golpe feminista al sistema.

¿Cómo nació Iñurri?

Mi madre murió de cáncer hace ocho años. Estuvo 10 años enferma. Se quedaba calva, nos enseñaba su “no teta” y acompañaba a otras mujeres enfermas. Cuando murió, yo necesitaba hacer algo, aunque no sabía qué ni cómo.

Abrí un perfil de Instagram y Miren contactó conmigo. Y así, en un bar, Miren hizo un diseño y creamos unas camisetas. De repente se nos acercaron muchas mujeres con cáncer.

Siempre decimos que una persona no muere si se queda en nuestra memoria, y yo creo que Iñurri es mucho de eso: antes era solo mi madre, con su tatuaje de hormigas y ahora son muchas “iñurris”.

¿Qué os hizo diferentes?

Empezamos a escucharlas, solo escuchar. Era reconfortante ser escuchadas sin esa mirada de pena, ser tratadas como personas, no como pacientes.

Una nos dijo que teníamos una manera feminista de enfrentar la enfermedad. No habíamos caído en que era así, pero sí. La verdad es que Iñurri no podía ser no feminista. Es nuestro punto diferente.

¿Qué desigualdades viven las mujeres en la atención médica?

Una de las primeras mujeres que acompañamos era una catalana de 29 años. Tardaron casi un año en diagnosticarla. ¡Decían que se tocaba demasiado las tetas!

Hay un desequilibrio de género: a los hombres siempre se les cree cuando dicen que algo les duele. A las mujeres, en cambio, se les dice: ¡Estrés, ansiedad! ¡Eres una histérica! Teníamos claro que necesitábamos otro enfoque.

¿Y después del diagnóstico?

La presión estética es increíble. Lo primero que te dicen es dónde comprar pelucas, prótesis y hacerte micropigmentación. Puede ser útil, pero falta información complementaria.

A mujeres jóvenes, sometidas a una menopausia precoz que altera su sexualidad, nadie les da respuestas. Debería ser un recurso público y gratuito. La realidad del cáncer es que igual te curas o no, pero quieres vivir bien.

Y en lo personal, ¿cómo les afecta el cáncer?

Hay un estudio de 2017, publicado en la revista Cancer, que dice que el 20,8 % de las mujeres enfermas terminan siendo abandonadas. Pero cuando es el hombre el que enferma, su mujer se encarga de cuidarlo. Las mujeres con cáncer siguen cuidando, mientras muchos hombres se escaquean. Estamos hartas de cuidar a todos, menos a nosotras.

En vuestro pódcast Dragón Cáncer, Olatz Mercader cuenta cómo, en las duchas de una piscina, una niña se quedó mirando su pecho operado. Su madre le dijo que no mirara, pero Olatz invitó a la niña a hacerle las preguntas que quisiera. ¿Cómo refleja este momento la importancia de romper los tabúes sobre el cuerpo femenino y la enfermedad?

Demuestra que no se ve un solo pecho operado en los espacios públicos. Es valioso tener una persona como Olatz, que está empoderada, que ha hecho su trabajo con su cuerpo. “Es una cicatriz, no tengo un pecho y no pasa nada.” Cuando la gente le pregunta algo como: “¿Qué vas a hacer en verano cuando quieras ponerte un vestido?”, suele responder: “Pues, ¿el vestido va a salir corriendo?”

Hay que educar mucho, no solo a niños, sino a gente de todas las edades. De ahí surgió el proyecto de los calendarios.

«A las “iñurris” les gusta sentirse activas: las acompañamos, pero también ellas acompañan a otras mujeres, hacen como una pequeña revolución con lo que tienen.”

¿Cómo ayudan los calendarios, y vuestro trabajo en general, a reapropiarse de su cuerpo?

A la hora de quitar el pecho lo primero que te van a dar es la cita con el cirujano para reconstruirte. Y si no se reconstruye, muchas mujeres llevan una prótesis externa. Siempre ha sido algo que había que esconder.

Mucha gente cree que el pecho reconstruido incluye pezón y queda igual que antes. La realidad es diferente. Además, algunos estudios demuestran que el riesgo aumenta al poner prótesis. Entendemos a las mujeres que quieren tener otro pecho para sentirse mejor. Pero denunciamos que no les dan todas las opciones ni les informan de los riesgos.

Nosotras empoderamos a las mujeres. Porque tienes que ser súper empoderada y segura para decir no, en un momento en el que estás tan vulnerable…

¿Qué ofrecéis que no da el sistema sanitario tradicional?

La idea era generar red. El primer contacto es con nosotras, pero luego les ponemos en contacto con alguien con quien creemos que puede encajar. Entre gente que tiene cáncer, al final se comprenden mejor. Tenemos una tribu de 220 mujeres (¡y un hombre!).

También acabamos de empezar a hacer terapias de grupo con una psicóloga. La idea es acompañar el postratamiento, cuando se supone que estás feliz, pero te sientes mal: hay miedo, tu cuerpo cambia… Eso nadie lo cuenta.

¿Por qué es tan clave el colectivo?

A las “iñurris” les gusta sentirse activas: las acompañamos, pero también ellas acompañan a otras mujeres, hacen como una pequeña revolución con lo que tienen. Los primeros proyectos salieron de ellas. Cuando tienes cáncer, es como si entraras en una fábrica: te ponen en la cinta transportadora y vas así, de quimio a radio, manipulada como un objeto. Con nosotras, no eres un número. Tienes un papel de paciente activa.

Cuéntanos un momento que representa el espíritu de Iñurri.

Durante un retiro, una mujer, bastante pudorosa, vino con un jersey de cuello alto. Siempre llevaba su prótesis externa, aunque le dolía (siempre tenía la marca). El segundo día, organizamos una sesión de fotos. Cada una posó como quiso. Ella lo hizo con el pecho descubierto, liberada. En esos momentos, nos decimos que hemos logrado algo importante.

¿Qué diríais a quien acaba de ser diagnosticada?

Que estamos aquí. Cuando encuentras una tribu, todo es más fácil. La mierda está, pero juntas, la mierda es menos mierda.

Néstor Basterretxea; pionero del diseño vasco moderno

Néstor Basterretxea; pionero del diseño vasco moderno

Texto: Peio Aguirre / Fotos: Familia Basterretxea, Irungo udal artxiboa
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La primera vocación de Néstor Basterretxea (Bermeo, 1924-Hondarribia, 2014) fue ser arquitecto. Sin embargo se convirtió en artista y desde esta condición se adentró en otros territorios creativos: el cine, el diseño y también la arquitectura.

Sus orígenes en el diseño industrial comienzan en Buenos Aires a finales de los años cuarenta, cuando el joven Néstor se instruye en el Instituto Huergo y trabaja como ilustrador para la multinacional suiza Nestlé. Allí aprende los principios básicos de la perspectiva, la delineación y la proyección que pondrá en práctica en su pintura y escultura. Esta lógica del diseño constituye su impronta personal e inconfundible, la cual combinó siempre con un espíritu expresionista y humanista.

En 1957 se integra en el Equipo 57 e investiga los principios de la interactividad espacial. Junto a Jorge Oteiza decora el apartamento del industrial y mecenas Juan Huarte en Madrid y, en 1958, comienza a diseñar para H Muebles, una nueva empresa de mobiliario moderno. Allí coincide con otros diseñadores como Gregorio Vicente Cortés, técnico y diseñador de confianza de Huarte.

Basterretxea fue el encargado de diseñar los primeros muebles del catálogo al tiempo que producían el mobiliario para el Pabellón de España de la Exposición Universal de Bruselas de 1958 de los arquitectos Ramón Vázquez Molezún y José Antonio Corrales. Los modelos de Basterretxea para H Muebles se caracterizan por su estructura de metal sostenida por un mecano conector donde se apoyan asientos mullidos. También dibuja mesitas bajas en madera o cristal con nervios metálicos asimétricos. Para H Muebles concibe una primera versión del Diván H, uno de sus diseños de firma más originales.

Néstor Basterretxea y Jorge Oteiza con la maqueta de la Fundación Sabino Arana y la escultura Cubos abiertos, espacios interiores, retenciones de luz, 1979. © J. García Koch / Jorge Oteiza museoaren artxiboa
Photografía publicitaria del mobiliario Espiral, años 60. © Irungo udal artxiboa

La experiencia en Madrid y el estrecho contacto con arquitectos y diseñadores —junto con la enseñanza teórica de Oteiza— le familiarizan con el ideal de la integración de las artes promulgada por la Bauhaus. Su facilidad y buen gusto para combinar mobiliario, ambiente, decoración y arte es total. Cuando a finales de los años cincuenta se asienta en su recién estrenada casa-taller de Irún, observa la ausencia de mobiliario moderno (de tubería o madera curvada) en los hogares vascos.

Comienza entonces una relación entre industria e inteligencia: la historia de la modernización del ámbito doméstico. En Irún se encarga del interiorismo del salón de degustación Aguirre y, en 1961, se implica como socio en una nueva tienda en Donostia llamada Espiral. Este local tenía como objetivo la venta de mueble nacional y de importación y operaba como despacho para proyectos de decoración e interiorismo. Espiral produjo igualmente un pequeño número de muebles propios a partir de madera contrachapada curvada, como la banqueta y su mesita auxiliar en embero o sipo, y también otras sencillas mesas en madera.

Hay en los diseños patentados por Espiral una inspiración nórdica, austera, o un gusto por la horizontalidad japonesa. Espiral se convierte en el lugar de referencia para quienes desean vestir su hogar con las últimas tendencias. Su local sirvió también como improvisado lugar de encuentro para la intelligentsia cultural e intelectual de la ciudad. Una de las producciones más singulares de Espiral fue su juego de ajedrez con su propia caja para guardar las fichas. Basterretxea reformula ideas anteriores como el Diván H, pues realiza un nuevo prototipo y poco después concebirá una tercera versión de este canapé para Biok. Una pequeña o gran obsesión que demuestra al apego del artista a sus propios diseños.

Divan H, Biok, 1965. © Irungo udal artxiboa
Tablero y piezas de ajedrez, 1967. © Irungo udal artxiboa

«Hay en Biok una evolución manifiesta y un abandono de la austeridad que caracterizaba los diseños anteriores por una búsqueda de formas orgánicas más redondeadas, más cálidas, más pop.”

El negocio en Espiral crece y paralelamente Basterretxea comienza su labor como “diseñador de modelos en exclusiva” para Biok, una recién creada pequeña empresa en Irún destinada a la producción y comercialización de muebles a la que en 1965 se une en calidad de socio. Espiral y Biok son dos empresas separadas pero entrelazadas al tener socios comunes: el cordón creativo entre ambas empresas es el diseñador. Espiral se convierte en el primer punto de venta de los muebles diseñados y producidos en Irún.

En Biok Basterretxea desarrolla todo su potencial en estrecha colaboración con técnicos y empleados. Para la construcción recurren a técnicas complejas de ebanistería y ensamblado, y a un uso más noble de maderas africanas. Hay en Biok una evolución manifiesta y un abandono de la austeridad que caracterizaba los diseños anteriores por una búsqueda de formas orgánicas más redondeadas, más cálidas, más pop; intentos por salir de la monótona sobriedad del racionalismo a través de un mobiliario de alta gama que no sacrifica nunca la funcionalidad ni el confort. Es la época de la revolución doméstica promocionada por las revistas italianas Domus y Casabella que Néstor recibía periódicamente en su domicilio.

Este mundo de referencias se mezcla con una pasión por lo autóctono. Las piezas para Biok llevan el nombre de pueblos costeros: Orio, Zumaia, Getaria… La sólida mesa de despacho Bermeo recoge la idea de proa o rompeolas y se acerca a muchas de las esculturas del artista partiendo de círculos y semicírculos. Se da una traslación de la naturaleza al arte y al diseño industrial: el dinamismo de la curva, la espiral creciente, la forma siempre cambiante de las olas… En esta etapa se destaca el compromiso de Basterretxea con la identidad y la cultura vasca, pues no en vano su periodo más fértil en Biok coincide con la gestación y realización del largometraje Ama Lur (1968), hito de la cultura vasca en el Franquismo.

Néstor Basterretxea, Julio Amóstegui y Fernando Larruquert durante el rodaje de Ama Lur, documental considerado como fundador del cine vasco, 1965.

En muy poco tiempo Biok comienza a estar presente en algunas de las ferias más importantes de diseño de Europa, como la de Colonia. En 1968 Basterretxea diseña dos variantes de su diseño más singular y personal, todo un manifiesto estético que recoge su ideario estilístico: la butaca Kurpilla [variante fonética de Gurpilla, rueda en euskera]. Se trata de un modelo algo camp con una contracurva en el reposabrazos que lo emparenta con los mejores diseños sixties. Ese mismo año Biok había lanzado con éxito al mercado el “sistema BK” de muebles modulares para el hogar y la oficina.

Néstor Basterretxea con los trabajadores de la empresa de mobiliario Biok, Irún, años 1960. © Familia Basterretxea

A continuación, Basterretxea aboceta sobre papel y fabrica pequeñas maquetas, fotografías y displays de todo un surtido de prototipos visionarios con la mirada puesta en el futuro.

Este es su último testamento en el mundo del diseño. Limitada su expresividad de artista por la producción estandarizada, comienza a distanciarse de Biok. Termina de ese modo una implicación de poco más de una década en el ámbito del diseño industrial, tiempo más que suficiente para convertir a Néstor Basterretxea en un destacable contribuidor a nivel nacional y pionero del diseño vasco moderno.

Un libro que ensalza la belleza de la naturaleza

Un libro que ensalza la belleza de la naturaleza

Texto: Manuela Estel /  Fotos: Lur Garden
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En el libro Lur Garden Iñigo Seguro nos descubre cómo creó el «jardín de jardines» en el valle de Oiartzun, un proyecto que ha ido moldeando durante diez años.

Pero como un jardín no es nada sin su jardinero, el libro también es un nítido reflejo de la personalidad del paisajista vasco. Conozcamos al hombre que busca el orden y la belleza en una naturaleza salvaje e indomable.

De pequeño, Iñigo Segurola era uno de esos niños iba recogiendo flores en cada salida escolar. Decía que, de mayor, escribiría “libros sobre árboles”. Era un gran apasionado de las plantas, y relata con detalle la emoción que le recorría el cuerpo al ver cómo aquellas semillas, guardadas en algodón húmedo en las clases de ciencias, germinaban finalmente.

Décadas después, dio vida a un jardín único en el País Vasco. Además, ha publicado Lur Garden, aquel «libro sobre árboles» que soñaba escribir desde su niñez.

“Siempre digo que este jardín ha sido como adoptar quintillizos: cuando uno se duerme, otro empieza a llorar, el tercero se descontrola, y así sucesivamente” – Iñigo Segurola

Lur Garden: Génesis de una década plasmada en papel
Lur Garden es un conjunto de 16 jardines temáticos situado en el corazón de un pequeño valle de Oiartzun, un «jardín de jardines» que abarca dos hectáreas. Hay quienes afirman que el paraíso podría asemejarse a este lugar. Pero cuando Iñigo Segurola y Juan Iriarte, ambos paisajistas, dieron con el terreno hace diez años, no era más que un prado donde algunas vacas pastaban junto a la orilla del río Sarobe.

Los dos visionarios paisajistas, al frente del estudio Lur Paysajistak desde 1994, se enamoraron del lugar y decidieron adquirirlo para poder experimentar su arte sin lindes.

En las páginas del libro, Segurola detalla las etapas del proyecto. Por ejemplo, explica cómo surgió la idea de diseñar jardines redondeados en lugar de rectangulares, una idea que nació de un dibujo de un huevo frito de Juan Iriarte. Inspirados por los utensilios metálicos de cosecha encontrados en el terreno, los jardines diseñados por Iriarte no eran una extensión de un edificio, sino pequeños islotes libres integrados en la naturaleza.

Las fotografías son obra del propio Segurola, así como de los fotógrafos Clair Takacs, Marta Etxebarria y Unai Bellami. Son una invitación a viajar a través de los distintos contrastes de los jardines. Podemos comenzar, por ejemplo, en el jardín de espejos, donde la simplicidad predomina alrededor de un estanque sin plantas acuáticas, y terminar en el colorido y vibrante jardín de las rarezas.

Baratze bat nahi deizüet egin 🎶
El libro Lur Garden se divide en dos partes: el jardinero y el jardín. Para Segurola, la relación entre ambos es visceral. “Siempre digo que este jardín ha sido como adoptar quintillizos: cuando uno se duerme, otro empieza a llorar, el tercero se descontrola, y así sucesivamente”, explica. Durante los primeros ocho años de creación, la relación fue obsesiva; tal como él mismo admite, llegó a perderse a sí mismo y «tocar fondo». Para él, el jardín es como una criatura: necesita a sus padres, siempre y para siempre.

En el proceso de liberarse de la interdependencia, el yoga y la meditación han sido sus únicos acompañantes y ha podido reconstruirse. Gracias a ello, en lugar de considerarse creador, se ve como observador de estos vivos jardines, rebosantes de plantas y animales. Porque, al final, incluso sin la presencia paterna, los «jardines-hijos» siguen creciendo plenamente.

¡Puedes comprar el libro Lur Garden aquí!

Bromalgae: La gran revolución de los pequeños organismos

BROMALGAE

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Texto: Nahia Zubeldia / Video : Mito & Iker Treviño
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La gran revolución de los pequeños organismos

Hace unas décadas, Barakaldo era el corazón de la industria pesada, durante la época de los Altos Hornos de Bizkaia y la producción de acero. Aquella actividad impulsó con fuerza la economía vasca, pero también trajo consigo una gran contaminación. Con el tiempo, la industria entró en declive, y tanto Bilbao como sus alrededores experimentaron una gran transformación: se impulsaron nuevas políticas medioambientales y comenzaron a florecer proyectos orientados al desarrollo sostenible.

Altos Hornos de Vizcaya, fundados en 1902 en Barakaldo

De hecho, la revolución verde que se está gestando en Euskal Herria no brota únicamente de los bosques o de sus tierras de cultivo. Existen unos pequeños organismos marinos, las microalgas, que están allanando el camino hacia un futuro sostenible. Este es el enfoque innovador de Bromalgae, una empresa bilbaína que busca aprovechar el poder de las microalgas para enfrentar grandes desafíos medioambientales, como la reducción de la contaminación del aire, la captura de dióxido de carbono y la promoción de energías renovables.

Microalgas: el oro verde del mar
Pese a su diminuto tamaño, las microalgas son auténticas «super plantas» con una enorme capacidad para absorber dióxido de carbono y liberar oxígeno, además de reproducirse a una velocidad impresionante (¡duplicándose o triplicándose a diario!). Gracias a estas propiedades, resultan altamente productivas e interesantes para sectores como la industria, la agricultura, la alimentación y la energía. Aprovechando el mismo proceso natural que oxigena el planeta, Bromalgae está desarrollando una tecnología basada en microalgas para reducir la contaminación y purificar el aire.

Por ejemplo, Bromalgae ha creado «árboles de algas» para respirar un aire más limpio en ciudades contaminadas. Este sistema, denominado GarbiAir, captura gases como el CO₂ y los NOx mediante microalgas. Los primeros resultados de las pruebas realizadas en Barakaldo y Bayona son sorprendentes: se ha logrado reducir el dióxido de carbono entre un 30-40% y los óxidos de nitrógeno hasta un 70%. Por lo tanto, no es de extrañar que pronto veamos florecer «árboles de algas” en las calles de las ciudades.

Pero los desafíos de la contaminación no se limitan a las calles. Los gases emitidos por las grandes industrias también representan un grave problema. Y aquí, las microalgas juegan un papel crucial. El sistema GarbiNox, a través de reactores de microalgas instalados en fábricas, filtra la contaminación, captura los gases tóxicos y libera un aire más limpio. Esta tecnología no solo protege el medio ambiente, sino que también ayuda a las empresas a cumplir con las rigurosas normativas ambientales.

Las microalgas también tienen una amplia variedad de aplicaciones. Para investigar y aprovechar todo su potencial, Bromalgae está produciendo microalgas a escala industrial dentro del proyecto Valga. Las aplicaciones de las microalgas pueden extenderse desde la agricultura hasta la gestión de residuos, la salud y la industria cosmética.

Bromalgae está tratando de demostrar dos verdades: por un lado, que el destino de una ciudad o región puede transformarse, y que, incluso siendo antes grandes contaminantes, es posible convertirse en un actor clave para la protección del medio ambiente; y, por otro, que las microalgas brindan soluciones prácticas y eficaces frente a los grandes desafíos ecológicos.

Sin embargo, lograr que estas tecnologías revolucionarias sean viables no es tarea fácil, y aún persisten algunos retos clave por superar. Además de trasladar la producción a escala industrial, es necesario dar a conocer y difundir los beneficios de las microalgas, tanto para sensibilizar a la ciudadanía como para fomentar que las empresas apuesten por alternativas sostenibles. Asimismo, las políticas públicas, deben desempeñar un papel crucial, priorizando la calidad del aire y la protección del medio ambiente.

El futuro de las microalgas
Bromalgae nos demuestra que un futuro más verde y sostenible es posible aunando la innovación tecnológica con la fuerza de la naturaleza. Las microalgas no son una solución mágica, sino una alternativa real que la ciencia y la ingeniería nos ofrecen para combatir la contaminación y proteger el medio ambiente.

De Euskal Herria al mundo, el trabajo de Bromalgae demuestra que estos pequeños organismos marinos tienen el poder de transformar la salud de nuestro planeta. El potencial de las microalgas, aún en su fase de germinación, permanece en gran medida oculto bajo las aguas, y para que brote hacia la superficie, es necesario contar con tres ingredientes esenciales: tecnología, conciencia social y una regulación adecuada.

Palmadera: de las pequeñas superficies a las grandes ambiciones

PALMADERA

Texto: Naia Zubeldia / Fotos: Mito
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La empresa Palmadera se fundo en 1962 en Bera (Navarra). Desde su creación importó una técnica innovadora desde Alemania: la fabricación de objetos de contrachapado moldeado.

Los productos consistían en láminas de haya impregnadas de resina fenólica, adheridas unas a otras con una prensa que las comprimía fuertemente. El éxito no tardó en llegar: la solidez y polivalencia de los materiales utilizados convirtió a la empresa en imprescindible, tanto para escuelas como hostelería.

En constante mejora
En la década de 1990, Palmadera modernizó los procedimientos al incorporar el papel Kraft en las capas intermedias y perfeccionar los acabados, destacando especialmente la laminación de roble. Tan resistente como elegante, este contrachapado de roble no tardó en convertirse en un imprescindible en la hostelería. En 2005, en colaboración con el estudio de diseño Zoocreative, Palmadera lanzó una nueva colección de bandejas con la que obtuvo varios premios. Este reconocimiento atrajo a marcas de la talla de Starbucks, McDonald ‘s y Zara Home , que recurrieron a Palmadera en busca de bandejas personalizadas.

Arquitectura en el punto de mira
La tecnología de compresión desarrollada por Palmadera adquirió una nueva dimensión en 1992, cuando la empresa instaló paneles de madera en los pabellones de la Exposición Internacional de Sevilla. Este hito llevó a Palmadera a adentrarse en el mundo de la arquitectura, para el que creó su marca hermana, Parklex, especializada en revestimientos capaces de resistir las condiciones climáticas más extremas.

Universidad de Washington.
Arquitecto: Perkins+Will
Hall of Waterfront City – Chongqing
Arquitecto: Shangai Tianhua
5 St Paul ‘s Square – Liverpool.
Arquitecto: RHWL

«Palmadera y Parclex cuentan con un total de 130 personas trabajadoras distribuidas en todo el mundo.”

Innovación al servicio de la arquitectura
Los paneles Parklex se convirtieron en un elemento clave para los proyectos arquitectónicos más exigentes, y no sin motivo: permiten construir fachadas ventiladas, muros curvos, barandillas, falsos techos y parquets verdaderamente resistentes. Su versatilidad es tal que amplía el potencial creativo de las y los arquitectos.

Obras de gran prestigio mundial
Los paneles estratificados de Parklex visten las paredes de numeroso edificios:
• Museo Guggenheim, Frank Gehry, Bilbao.
• Hotel W Barcelona, Ricardo Bofill.
• Hotel Silken Puerta América, Madrid, en las suites Jean Nouvel.
• Sede de la región Ródano-Alpes, Christian de Portzamparc.

También están presentes en diferentes proyectos internacionales:
• 5 St Paul’s Square, Liverpool.
• Universidad de Washington, Seattle.
• Woodview Mews, Croydon.
• Hall of Waterfront City, Chongqing.
• Fast Lane Center, Tel Aviv.

En constante crecimiento
En la actualidad, Palmadera y Parclex cuentan con un total de 130 personas trabajadoras distribuidas en todo el mundo. En los ámbitos del diseño industrial y la arquitectura, han alcanzado un lugar destacado, fusionando tradición e innovación.

Libro Hemendik: Euskal Herriko 50 objektu ikonikoren istorioak

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La grandeza de una pequeña cabaña en los bosques de Gipuzkoa

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Texto: Nahia Zubeldia / Fotos: Biderbost Photo
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En el corazón de Aralar, los arquitectos del estudio bilbaíno Babelstudio han llevado a cabo un ambicioso proyecto de rehabilitación: transformar una pequeña caseta-almacén de 20 m² en una acogedora cabaña.

Convertir grandes ideas en espacios pequeños (¡pequeñísimos!): ¿estamos ante la gran tarea de la arquitectura del futuro?

Estos últimos años, las imágenes de pequeñas cabañas en plena naturaleza han proliferado por doquier en redes sociales, blogs y revistas. En un mundo que nos sobrecarga de información, gente y presión, la necesidad de conectar con la naturaleza se ha convertido en una urgencia vital. Esa misma necesidad fue la que llevó a la pareja bilbaína propietaria de la cabaña a acercarse al estudio de Andrea García, Michael Schmidt y Andrea Emmanuel, es decir, al estudio de arquitectura Babelstudio.

En pleno corazón de Gipuzkoa, en el bosque de Aralar, disponían de un pequeño almacén de herramientas que querían transformar en un refugio de desconexión para fines de semana: un espacio donde hacer manualidades, descansar tras caminatas de montaña e incluso pasar la noche. La caseta rural que ha diseñado Babelstudio es un maravilloso ejemplo del ingenio que exige la arquitectura de los pequeños espacios.

«Así, el equipo de Babelstudio ha tenido que prestar especial atención a no dejar ningún espacio desaprovechado y a optimizar cada metro cuadrado.”

El alma fuerte e intacta de una antigua cabaña
“El edificio estaba muy deteriorado”, explican las y los arquitectos. “La estructura tenía problemas de estabilidad, no estaba aislada ni era impermeable”. Por lo que tuvieron que replantear los elementos estructurales de la cabaña, respetando su forma y volumen iniciales, y adaptándolos a la normativa vigente. La cabaña de 20 m² debía ser habitable; ni más grande ni más pequeña. El reto resultaba atractivo: en una época en la que los espacios y los presupuestos tienden a reducirse, la arquitectura de edificios pequeños es el ámbito que más espacio brinda a la creatividad y la imaginación.

Así, el equipo de Babelstudio ha tenido que prestar especial atención a no dejar ningún espacio desaprovechado y a optimizar cada metro cuadrado. A partir de este desafío, han diseñado dos áreas de igual tamaño: la primera es una acogedora sala de estar/dormitorio, organizada en torno a una chimenea y con amplias puertas de vidrio que permiten sumergirse en la naturaleza. La segunda alberga un pequeño baño seco y un taller de carpintería, que se puede abrir por completo al bosque gracias a una puerta que ocupa toda la pared.

En harmonía con el entorno
Otro reto arquitectónico al que se han enfrentado, igualmente contemporáneo, ha sido la rehabilitación, pero respetando por completo la naturaleza. Para ello, las y los creadores de Babelstudio se han decantado por el pino local, tanto para el suelo como para las vigas, así como para las paredes interiores y exteriores. El techo está cubierto con chapa de hierro galvanizado. Para modernizar esa apariencia «ruda», han decidido teñir de negro todo el entorno exterior. Este color genera una fusión con el entorno natural y, al mismo tiempo, crea un contraste visual.

Esta mini-cabaña de Babelstudio en el bosque de Gipuzkoa demuestra que en la pequeñez también pueden gestarse proyectos aún mayores. ¿Será el futuro radicalmente pequeño?

Notox: las primeras tablas de surf ecológicas

NOTOX

Texto: Naia Zubeldia / Fotos: Mito & Notox
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Pierre Pomiers y Benoît Rameix, eran compañeros de trabajo en una empresa robótica, pero sobre todo eran dos apasionados del surf.

Armonía con la naturaleza
A principios del siglo XXI, el surf, reveló su lado oscuro: a pesar de desarrollarse en el corazón de la naturaleza conlleva un gran impacto ambiental. La creación de una tabla de surf de 3 kg, por ejemplo, genera 6 kg de residuos peligrosos, y los materiales necesarios para su fabricación recorren una distancia media de 9.000 km.

Pierre Pomiers y Benoît Rameix, eran compañeros de trabajo en una empresa robótica, pero sobre todo eran dos apasionados del surf. En cuanto se percataron de la realidad, decidieron remar hacia el cambio.

Dicho y hecho: En 2006, crearon el innovador taller Notox en Angelu. Pusieron todo su empeño en preservar el medio ambiente y la salud de las y los artesanos: reducción de ruido, tratamiento del aire, absorción de contaminantes en aguas, sustitución de la acetona por disolventes volátiles y separación de residuos y partículas finas.

Pioneros sobre olas
En 2010, Notox diseñó la primera tabla ecológica fabricada con fibra de lino. En esencia, se trata de poliestireno reciclado recubierto con resina epoxi de origen biológico (56% de origen vegetal), de tal forma que la huella ecológica es mucho menor: los materiales se traen de mucho más cerca (700 km) y, de los 4 kg de residuos generados por tabla, el 75% se reciclan. Además, la fibra de lino aporta unas cualidades excepcionales: a parte de ser ligera, absorbe mejor las vibraciones.

Pulido de una tabla de corcho

«Combinando técnica, responsabilidad ecológica y precios accesibles, Notox encarna una nueva visión del surf.”

La revolución del corcho
En 2016, tras tres años de investigación, Notox atrajo también el interés de surfistas noveles e intermedios gracias a una tabla fabricada en corcho, un material fiable que resiste bien los golpes y, al ser antideslizante, no necesita cera. Esta tabla también gozó de un gran éxito y, a día de hoy, representa el 50% de la producción de la marca.

En constante crecimiento
Las creaciones de Notox están presentes en numerosas ferias, destacando la Exposición Universal de Milán, donde en 2015 logró una notable visibilidad global. Actualmente, la empresa exporta el 20% de sus ventas y tiene previsto crear un taller bajo licencia en Australia.

Combinando técnica, responsabilidad ecológica y precios accesibles, Notox encarna una nueva visión del surf, y ha logrado que la afición y el respeto al medio ambiente confluyan en una misma tabla.

Lanparas B.Lux: ideas brillantes y diversas

B.LUX

Texto: Labrit / Fotos: B.Lux
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Fundada en 1979 en Markina, Bizkaia, B.Lux destacó desde sus inicios por ser pionera en un contexto industrial dominado por la acería y las máquinas herramienta.

Desde su concepción, apostó por un carácter innovador y fue capaz de combinar la fabricación local, con un diseño único y una visión hacia lo internacional. La producción local y de calidad siempre ha sido uno de los ejes de la empresa. Las labores de acondicionamiento, soldadura, pintado y montaje se realizan en Gizaburuaga, una planta que ha duplicado su producción en diez años.

Además, en el proceso de fabricación colaboran varias unidades ubicadas en localidades cercanas, encargándose de la embutición del metal, el repujado y la inyección de plástico. Así, mientras muchas empresas deslocalizaban su producción a Asia, B.Lux se empeñó en mantener toda su fabricación en la localidad.

Guillermo Capdevilla, uno de los primeros diseñadores del País Vasco, en el Centro de Diseño DZ de Bilbao, junto a su equipo de colaboradores – 1985
Portada del primer catálogo de la colección Belux System – 1980

El diseño, núcleo de la estrategia
Uno de los pilares fundamentales de B.Lux siempre ha sido el diseño. Desde sus comienzos, la empresa ha trabajado con grandes diseñadores. En la década de 1980, Guillermo Capdevilla, pionero del diseño industrial en el País Vasco, abrió el camino con creaciones innovadoras que definirían la identidad de B.Lux durante años.

A su legado se unieron otros nombres destacados como Jorge Pensi, Miguel Ángel Ciganda, y más recientemente David Abad, Stone Designs y Tim Brauns. Con el respaldo de la empresa, todos estos diseñadores crearon luminarias atemporales que han recibido diversos premios internacionales.

Arquitectura y proyectos de exterior
Desde 2001, B.Lux desarrolla sistemas de iluminación para grandes proyectos arquitectónicos, colaborando con renombrados diseñadores como Frank O. Gehry, Patxi Mangado o Dominique Perrault, entre otros. Paralelamente, la empresa también crea modelos innovadores para iluminación exterior, algunos de los cuales, como la lámpara Jon Santacoloma Kanpazar, han sido galardonados con premios internacionales de diseño.

La colección Belux System, diseñada por Guillermo Capdevilla en 1979, se reeditó en 2019.
Colección Aspen (Werner Aisslinger): Lámparas de dos pantallas que, en parte, ofrecen luz directa, pero con amplitud y elegancia.
Belux system (Guillermo Capdevilla, 1979): Colección de lámparas articuladas, que nunca ha perdido su vigencia y reeditada en 2019.

«Actualmente, B.Lux está presente en cerca de cincuenta países alrededor del mundo”

Referencia internacional
Actualmente, B.Lux está presente en cerca de cincuenta países alrededor del mundo, puesto que sabe combinar a la perfección el saber local con una visión global de mercado. Integrando la tradición industrial vasca con el excepcional talento de diseñadores locales e internacionales, lo que comenzó como una empresa familiar se ha establecido como faro de referencia en el sector de la iluminación de diseño.

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Orbea, de las armas a la bicicleta

 

ORBEA

Texto: Naia Zubeldia / Fotos: Orbea
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La empresa Orbea Hermanos se fundó en 1840 en Eibar, una región conocida por su fuerte y desarrollada tradición armera.

Enseña original de Orbea Hermanos que lleva las iniciales de la empresa. Está grabado en numerosas armas de todo el mundo

Giro sobre dos ruedas
En 1926, la empresa dio un giro radical, pasando de la sombra a la luz, y dejando las armas para subirse a la bicicleta. Esta tendencia se replicó en Eibar, donde lo que había sido el corazón histórico de la industria armera se convirtió en el centro neurálgico de la fabricación de bicicletas. Antes de Orbea, BH fue pionera en esta transformación, ya en 1923. Orbea, por su parte, partió su actividad en dos: Orbea y Compañía permaneció en Eibar centrada en las bicicletas, mientras que Hijos de Orbea se trasladó a Vitoria, continuando con la producción de cartuchos.

Simultáneamente, el ciclismo comenzó a ganar terreno en la región. En 1910, se organizó en Eibar la primera edición de la Eibar-Elgoibar-Eibar, 25 años antes de la primera Vuelta a España.

Giro sobre dos ruedas
En 1926, la empresa dio un giro radical, pasando de la sombra a la luz, y dejando las armas para subirse a la bicicleta. Esta tendencia se replicó en Eibar, donde lo que había sido el corazón histórico de la industria armera se convirtió en el centro neurálgico de la fabricación de bicicletas. Antes de Orbea, BH fue pionera en esta transformación, ya en 1923. Orbea, por su parte, partió su actividad en dos: Orbea y Compañía permaneció en Eibar centrada en las bicicletas, mientras que Hijos de Orbea se trasladó a Vitoria, continuando con la producción de cartuchos.

Simultáneamente, el ciclismo comenzó a ganar terreno en la región. En 1910, se organizó en Eibar la primera edición de la Eibar-Elgoibar-Eibar, 25 años antes de la primera Vuelta a España.

«Simultáneamente, el ciclismo comenzó a ganar terreno en la región.”

Fuelle cooperativista
A pesar del éxito efervescente, en los años sesenta Orbea se enfrentó a una crisis. En 1969, estuvo a punto de cerrar, pero las y los trabajadores de la empresa la salvaron, recuperándola y convirtiéndola en cooperativa. Este modelo les permitió bajar de marchas y en 1975, la fábrica se trasladó a Mallabia, implicándose aún más en el ciclismo profesional, y creando su propio equipo.

Innovación como meta constante
Desde entonces, Orbea ha seguido cuesta arriba. Ahora produce bicicletas de todo tipo: de carrera, montaña, triatlón y urbanas, además de bicicletas eléctricas, cascos y otros accesorios. En cada una de estas categorías, la marca ofrece modelos personalizables. La Orca, por ejemplo, es una bicicleta de carretera muy ligera, con cableado integrado y cuadro de 833 g. Este modelo es un perfecto ejemplo de equilibrio entre técnica y elegancia.

Sillín ajustado al orbe
Orbea tiene presencia global, con ramificaciones en Estados Unidos, Francia, Alemania, Australia, entre otros, y es un actor ineludible en el mundo del ciclismo. Toda su producción sigue siendo diseñada en Mallabia, combinando destreza e innovación, y buscando siempre nuevos puertos.

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