La grandeza de una pequeña cabaña en los bosques de Gipuzkoa

La grandeza de una pequeña cabaña en los bosques de Gipuzkoa

Texto: Nahia Zubeldia / Fotos: Biderbost Photo
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En el corazón de Aralar, los arquitectos del estudio bilbaíno Babelstudio han llevado a cabo un ambicioso proyecto de rehabilitación: transformar una pequeña caseta-almacén de 20 m² en una acogedora cabaña.

Convertir grandes ideas en espacios pequeños (¡pequeñísimos!): ¿estamos ante la gran tarea de la arquitectura del futuro?

Estos últimos años, las imágenes de pequeñas cabañas en plena naturaleza han proliferado por doquier en redes sociales, blogs y revistas. En un mundo que nos sobrecarga de información, gente y presión, la necesidad de conectar con la naturaleza se ha convertido en una urgencia vital. Esa misma necesidad fue la que llevó a la pareja bilbaína propietaria de la cabaña a acercarse al estudio de Andrea García, Michael Schmidt y Andrea Emmanuel, es decir, al estudio de arquitectura Babelstudio.

En pleno corazón de Gipuzkoa, en el bosque de Aralar, disponían de un pequeño almacén de herramientas que querían transformar en un refugio de desconexión para fines de semana: un espacio donde hacer manualidades, descansar tras caminatas de montaña e incluso pasar la noche. La caseta rural que ha diseñado Babelstudio es un maravilloso ejemplo del ingenio que exige la arquitectura de los pequeños espacios.

«Así, el equipo de Babelstudio ha tenido que prestar especial atención a no dejar ningún espacio desaprovechado y a optimizar cada metro cuadrado.”

El alma fuerte e intacta de una antigua cabaña
“El edificio estaba muy deteriorado”, explican las y los arquitectos. “La estructura tenía problemas de estabilidad, no estaba aislada ni era impermeable”. Por lo que tuvieron que replantear los elementos estructurales de la cabaña, respetando su forma y volumen iniciales, y adaptándolos a la normativa vigente. La cabaña de 20 m² debía ser habitable; ni más grande ni más pequeña. El reto resultaba atractivo: en una época en la que los espacios y los presupuestos tienden a reducirse, la arquitectura de edificios pequeños es el ámbito que más espacio brinda a la creatividad y la imaginación.

Así, el equipo de Babelstudio ha tenido que prestar especial atención a no dejar ningún espacio desaprovechado y a optimizar cada metro cuadrado. A partir de este desafío, han diseñado dos áreas de igual tamaño: la primera es una acogedora sala de estar/dormitorio, organizada en torno a una chimenea y con amplias puertas de vidrio que permiten sumergirse en la naturaleza. La segunda alberga un pequeño baño seco y un taller de carpintería, que se puede abrir por completo al bosque gracias a una puerta que ocupa toda la pared.

En harmonía con el entorno
Otro reto arquitectónico al que se han enfrentado, igualmente contemporáneo, ha sido la rehabilitación, pero respetando por completo la naturaleza. Para ello, las y los creadores de Babelstudio se han decantado por el pino local, tanto para el suelo como para las vigas, así como para las paredes interiores y exteriores. El techo está cubierto con chapa de hierro galvanizado. Para modernizar esa apariencia «ruda», han decidido teñir de negro todo el entorno exterior. Este color genera una fusión con el entorno natural y, al mismo tiempo, crea un contraste visual.

Esta mini-cabaña de Babelstudio en el bosque de Gipuzkoa demuestra que en la pequeñez también pueden gestarse proyectos aún mayores. ¿Será el futuro radicalmente pequeño?

Owantshoozi, ¡crear o morir!

OWANTSHOOZI

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Texto: Nahia Zubeldia / Video: Mito & Iker Treviño /

Fotos: Owantshoozi
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¡crear o morir!

Juana estudió en la Escuela de la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne, mientras que Ddiddu se formó en la escuela de diseño de Eindhoven, en los Países Bajos. Tras un nombre para la marca que acababan de crear juntos, acabaron devorando el diccionario de la A a la Z pero sin dar con ninguna opción que les convenciera, y al parecer a Ddiddu se le escapó un «¡Owantshoozi!», algo así como «¡vaya!» o «¡caramba!». Y así, hicieron suya esta expresión de asombro. Y el nombre les va como anillo al dedo, porque el trabajo de Owantshoozi no deja a nadie indiferente. Sin embargo, no crean para provocar asombro en los demás, sino para experimentarlo en su propia piel, para seguir sorprendiendo cuando eran niños.

Juana y Ddiddu, más que hermanos, son hijo e hija, a quienes aún les brilla la mirada como en la infancia: herencia de un padre amante de la cultura y de una madre apasionada por la moda; nietos de aquella abuela que regentaba una tienda de ultramarinos en Urdiñarbe donde hoy tienen su taller; y, cómo no, hijos de Zuberoa.

Pero nunca caen en esa mitología folclórica que está tan de moda. Son radicalmente modernos, porque su modernidad se nutre de sus raíces. Ven, escuchan y sienten la mitología vasca en todos los rincones; la llevan cosida en la piel y saben verter agua nueva de viejos calderos. Al igual que los kauterak, los caldereros de sus mascaradas, tatúan con tinta pop contemporánea la tradición vasca.

Para Ddiddu y Juana, los materiales son maestros y guías.
Lo tienen claro, ante todo, no existe jerarquía entre los materiales: el caucho tiene el mismo valor que oro, las piedras que la plata. El valor no lo da el material en sí, sino la atención que se le dedica. Escuchan el susurro de los materiales, afinando ojos y oídos.
– ¿Qué queréis ser?
– ¡Gorro!, botas de caucho.
– ¡Bolso!, tela de paracaídas.
– ¡Casita de pájaro!, baldosas.
– ¡Owantshoozi! ¿Hay trabajo? Manos a la obra.

Y su plan siempre llega a buen puerto, con la honestidad de quien ejerce su oficio, con aguja y tijeras en mano. Lo hacen todo, desde el principio hasta el final: desde el diseño hasta las puntadas, desde el vertedero hasta los estantes de la tienda.
Ddiddu y Juana surcan las corrientes de agua desde las profundidades hasta la superficie, decididos a recuperar y dar nueva vida a todo aquello que esta sociedad de consumo deja escapar de entre sus dedos. Así, consiguen fusionar en una sola gorra una bota, una cámara de tractor y una tela de paracaídas.
Además, con el caucho que utiliza la compañía de transporte RATP para pavimentos, han creado casitas de pájaros y logrado que ese material, que yacía bajo nuestros pies, ascienda hasta el cielo.

Ligero como tela de un paracaídas
Juana y Ddiddu no dan puntada sin hilo, pero siempre dejan espacio para un toque de humor. Para ambos, la verdadera sinceridad reside en no perder ese punto de locura. Veamos, por ejemplo, su última creación: los cuatro elementos—agua, tierra, aire y fuego—reunidos en cojines y decorados con hermosos bordados en telas recicladas. Pero si miramos de cerca las delicadas imágenes, descubrimos que el aire se convierte en un pedo y el agua en un abundante flujo vaginal.

Esa audacia humorística enriquece aún más el trabajo de Owantshoozi, añadiendo una capa más a la interpretación de sus creaciones. También deja al descubierto la sencillez de los hermanos: no crean para dar respuestas, sino para generar más preguntas. No creen que el cliente sea un mero receptor pasivo; quieren que sea actor, agente. Por ejemplo, las casetas de pájaro las han diseñado como rompecabezas, para que cada cual las monte en su casa, sin necesidad de instrucciones ni pegamento. Así, los generosos diseñadores dejan un espacio para el disfrute de la creación también en manos de quien compre las casitas.

Del ornamento a la decoración
Si le hubieran contado a su abuela que siete txapelas diseñadas en su ultramarinos conseguirían un premio Chanel, ella les habría respondido sin lugar a duda con un «¡alajinkoa!» (el ¡por Dios! o «¡owantshoozi!» de entonces). No conformes con Chanel, también consiguieron el premio Hermès, creando delicados y refinados adornos.En el mundo de la alta costura francesa cualquiera no puede presumir de semejante éxito.

Pero a Juana y Ddiddu no se les ha llenado la boca de triunfos, ni se les ha subido nada a la cabeza. Sin perder tiempo, han vuelto a sumergirse en su trabajo.
Han aprovechado las puertas que les abrieron los premios para seguir creando, colaborando con talleres de Chanel, aprendiendo y aplicando nuevas técnicas.
Ese es el lema y el motor diario de Owantshoozi: «¡crear o morir!»

Baraja Fournier: de cantar y de Hordago

FOURNIER

Texto: Naia Zubeldia / Fotos: Mito
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Las primeras partidas de mus se jugaron en el corazón de Gipuzkoa. Las primeras menciones al póquer vasco datan del siglo XVIII.

En 1756, por ejemplo, el padre Larramendi escribió en su obra Corografía o descripción general de la muy noble y leal Provincia de Gipuzkoa: «Mus. Así llaman al muy divertido juego de cartas y auténticamente vasco.»Las palabras empleadas en las partidas no han cambiado desde entonces y son todas en euskera: hordago, enbido, eduki, etc.

Heraclio Fournier (1849-1916)
Fábrica Fournier en Vitoria, finales del siglo XIX.

Heraclio Fournier: rey de la baraja
Heraclio Fournier, originario de una familia de impresores franceses, decidió, a sus 19 años, en 1870, abrir un taller de litografía en Vitoria. Siete años más tarde, pidió al pintor Díaz de Olano y al profesor de la escuela de arte local que creasen diseños para el juego vitoriano. Sin darse cuenta, Fournier sentó las bases de un juego de cartas de sorprendente grafismo, conocidas también como la «baraja española».

Partida de Mus, Ramiro Arrue (1892-1971) – Museo Vasco de Bayona

A los cuatro vientos del mundo
El éxito de las cartas Fournier no se limitó al Mus. La marca siguió creciendo y diversificándose hasta conquistar nuevos mercados. En 1986, Naipes Heraclio Fournier SA se fusionó con The United States Playing Card Company, consolidándose como líder mundial en el sector de las cartas de juego.

Antiguo logotipo de la empresa Fournier, con su taller en Vitoria.

«A pesar de su expansión internacional, Fournier nunca renunció a sus raíces.”

Incluso a día de hoy, sigue produciendo sus cartas en Álava y abasteciendo casinos de todo el mundo. De la mano de la diáspora vasca, estas cartas se barajan en campeonatos de Mus de todo el mundo, desde Buenos Aires hasta Vancouver y Sídney.

Las cartas Fournier son el emblema de una maestría inigualable. Mantienen viva una tradición que se remonta a siglos, mientras se adaptan con arte al mercado global. La partida comenzó hace tiempo pero está lejos de terminar.

Sancheski, el primer patin en europa

SANCHESKI

Texto: Naia Zubeldia / Fotos: Mito
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Sancheski, la tabla vasca sobre ruedas que no tiene nada que envidiar de sus hermanas transoceánicas. De la mano de una familia irundarra, la ola sobre ruedas que conquistó el asfalto de la ciudad.

En 1964, cuando las tablas de surf conquistaban las playas de la costa vasca, una nueva tabla aterrizó en el aeropuerto de Biarritz. La roll-surf, o tabla para surfear aceras, llegó desde California para recorrer las zonas urbanas de la región. Esta tabla ofrecía durante esos días sin olas la posibilidad de deslizarse sobre el asfalto en cualquier momento. Se avistaba la revolución… esta vez sobre ruedas.

De la nieve al asfalto
Este acontecimiento llamó de inmediato la atención de una familia de Irún. Los Sánchez, propietarios de una empresa de equipamiento deportivo y esquí desde 1934, se enfrentaban a las más competitivas marcas francesas y austríacas, lo que dificultaba la venta de sus productos. En 1966, Sánchez padre decidió diversificar el negocio y adaptó sus tablas, originalmente creadas para deslizarse por pendientes nevadas, para rodar por cuestas urbanas.

Sin embargo, fue necesario impulsar esta nueva actividad, que apenas comenzaba a despuntar en Europa. Los hermanos Sánchez fundaron el Sancheski Team y recorrieron España y Francia, ofreciendo demostraciones de skate en escuelas y otros espacios que les abrieron las puertas.

Pioneros en Europa
Así nació la primera marca de patines de Europa. Entonces todos los modelos de skateboard se fabricaban con los mismos materiales: una base de madera maciza con un eje fijado y ruedas de patín. Con el tiempo, llegaron las tablas de contrachapado curvado, las de fibra de vidrio y también las de polietileno, como el icónico «top naranja». Este modelo no tardó en convertirse en un referente, tanto que en la década de los 70 adoptó un nuevo nombre: “El Sancheski”.

Sancheski team, en Madrid, durante una exhibición de skate – 1978

«En 1977 se inauguró el primer skatepark del continente en el barrio de Erromardie, en Donibane Lohizune.”

Fama que creció como espuma
Las tablas no tardaron en incorporar avances técnicos. En 1973, por ejemplo, llegaron las ruedas de uretano, una auténtica revolución. Más resistentes y con mejor agarre al asfalto, marcaron un antes y un después, propulsando el fenómeno del skate hasta convertirlo en un movimiento internacional. Desde Euskal Herria, este deporte se propagó primero por toda Europa. En 1977 se inauguró el primer skatepark del continente en el barrio de Erromardie, en Donibane Lohizune. Poco después, le siguieron otras localidades como Getxo, Gernika, con el objetivo de atraer a la afición del skate.

Sancheski ha sido una fuente de inspiración para muchas otras marcas locales. Gracias al empuje de la nueva generación de la familia Sánchez, la empresa sigue creando tablas cada vez más innovadoras y de mayor calidad. Su última creación es el surf-skate, presentada en 2016 con motivo del 50º aniversario de la marca. Con un eje más flexible, esta tabla permite trasladar al asfalto las maniobras propias del surf sobre olas. Para la familia Sánchez, queda claro que ninguna ola es demasiado grande.

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Orbea, de las armas a la bicicleta

 

ORBEA

Texto: Naia Zubeldia / Fotos: Orbea
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La empresa Orbea Hermanos se fundó en 1840 en Eibar, una región conocida por su fuerte y desarrollada tradición armera.

Enseña original de Orbea Hermanos que lleva las iniciales de la empresa. Está grabado en numerosas armas de todo el mundo

Giro sobre dos ruedas
En 1926, la empresa dio un giro radical, pasando de la sombra a la luz, y dejando las armas para subirse a la bicicleta. Esta tendencia se replicó en Eibar, donde lo que había sido el corazón histórico de la industria armera se convirtió en el centro neurálgico de la fabricación de bicicletas. Antes de Orbea, BH fue pionera en esta transformación, ya en 1923. Orbea, por su parte, partió su actividad en dos: Orbea y Compañía permaneció en Eibar centrada en las bicicletas, mientras que Hijos de Orbea se trasladó a Vitoria, continuando con la producción de cartuchos.

Simultáneamente, el ciclismo comenzó a ganar terreno en la región. En 1910, se organizó en Eibar la primera edición de la Eibar-Elgoibar-Eibar, 25 años antes de la primera Vuelta a España.

Giro sobre dos ruedas
En 1926, la empresa dio un giro radical, pasando de la sombra a la luz, y dejando las armas para subirse a la bicicleta. Esta tendencia se replicó en Eibar, donde lo que había sido el corazón histórico de la industria armera se convirtió en el centro neurálgico de la fabricación de bicicletas. Antes de Orbea, BH fue pionera en esta transformación, ya en 1923. Orbea, por su parte, partió su actividad en dos: Orbea y Compañía permaneció en Eibar centrada en las bicicletas, mientras que Hijos de Orbea se trasladó a Vitoria, continuando con la producción de cartuchos.

Simultáneamente, el ciclismo comenzó a ganar terreno en la región. En 1910, se organizó en Eibar la primera edición de la Eibar-Elgoibar-Eibar, 25 años antes de la primera Vuelta a España.

«Simultáneamente, el ciclismo comenzó a ganar terreno en la región.”

Fuelle cooperativista
A pesar del éxito efervescente, en los años sesenta Orbea se enfrentó a una crisis. En 1969, estuvo a punto de cerrar, pero las y los trabajadores de la empresa la salvaron, recuperándola y convirtiéndola en cooperativa. Este modelo les permitió bajar de marchas y en 1975, la fábrica se trasladó a Mallabia, implicándose aún más en el ciclismo profesional, y creando su propio equipo.

Innovación como meta constante
Desde entonces, Orbea ha seguido cuesta arriba. Ahora produce bicicletas de todo tipo: de carrera, montaña, triatlón y urbanas, además de bicicletas eléctricas, cascos y otros accesorios. En cada una de estas categorías, la marca ofrece modelos personalizables. La Orca, por ejemplo, es una bicicleta de carretera muy ligera, con cableado integrado y cuadro de 833 g. Este modelo es un perfecto ejemplo de equilibrio entre técnica y elegancia.

Sillín ajustado al orbe
Orbea tiene presencia global, con ramificaciones en Estados Unidos, Francia, Alemania, Australia, entre otros, y es un actor ineludible en el mundo del ciclismo. Toda su producción sigue siendo diseñada en Mallabia, combinando destreza e innovación, y buscando siempre nuevos puertos.

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Lanparas B.Lux: ideas brillantes y diversas

B.LUX

Texto: Labrit / Fotos: B.Lux
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Fundada en 1979 en Markina, Bizkaia, B.Lux destacó desde sus inicios por ser pionera en un contexto industrial dominado por la acería y las máquinas herramienta.

Desde su concepción, apostó por un carácter innovador y fue capaz de combinar la fabricación local, con un diseño único y una visión hacia lo internacional. La producción local y de calidad siempre ha sido uno de los ejes de la empresa. Las labores de acondicionamiento, soldadura, pintado y montaje se realizan en Gizaburuaga, una planta que ha duplicado su producción en diez años.

Además, en el proceso de fabricación colaboran varias unidades ubicadas en localidades cercanas, encargándose de la embutición del metal, el repujado y la inyección de plástico. Así, mientras muchas empresas deslocalizaban su producción a Asia, B.Lux se empeñó en mantener toda su fabricación en la localidad.

Guillermo Capdevilla, uno de los primeros diseñadores del País Vasco, en el Centro de Diseño DZ de Bilbao, junto a su equipo de colaboradores – 1985
Portada del primer catálogo de la colección Belux System – 1980

El diseño, núcleo de la estrategia
Uno de los pilares fundamentales de B.Lux siempre ha sido el diseño. Desde sus comienzos, la empresa ha trabajado con grandes diseñadores. En la década de 1980, Guillermo Capdevilla, pionero del diseño industrial en el País Vasco, abrió el camino con creaciones innovadoras que definirían la identidad de B.Lux durante años.

A su legado se unieron otros nombres destacados como Jorge Pensi, Miguel Ángel Ciganda, y más recientemente David Abad, Stone Designs y Tim Brauns. Con el respaldo de la empresa, todos estos diseñadores crearon luminarias atemporales que han recibido diversos premios internacionales.

Arquitectura y proyectos de exterior
Desde 2001, B.Lux desarrolla sistemas de iluminación para grandes proyectos arquitectónicos, colaborando con renombrados diseñadores como Frank O. Gehry, Patxi Mangado o Dominique Perrault, entre otros. Paralelamente, la empresa también crea modelos innovadores para iluminación exterior, algunos de los cuales, como la lámpara Jon Santacoloma Kanpazar, han sido galardonados con premios internacionales de diseño.

La colección Belux System, diseñada por Guillermo Capdevilla en 1979, se reeditó en 2019.
Colección Aspen (Werner Aisslinger): Lámparas de dos pantallas que, en parte, ofrecen luz directa, pero con amplitud y elegancia.
Belux system (Guillermo Capdevilla, 1979): Colección de lámparas articuladas, que nunca ha perdido su vigencia y reeditada en 2019.

«Actualmente, B.Lux está presente en cerca de cincuenta países alrededor del mundo”

Referencia internacional
Actualmente, B.Lux está presente en cerca de cincuenta países alrededor del mundo, puesto que sabe combinar a la perfección el saber local con una visión global de mercado. Integrando la tradición industrial vasca con el excepcional talento de diseñadores locales e internacionales, lo que comenzó como una empresa familiar se ha establecido como faro de referencia en el sector de la iluminación de diseño.

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Notox: las primeras tablas de surf ecológicas

NOTOX

Texto: Naia Zubeldia / Fotos: Mito & Notox
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Pierre Pomiers y Benoît Rameix, eran compañeros de trabajo en una empresa robótica, pero sobre todo eran dos apasionados del surf.

Armonía con la naturaleza
A principios del siglo XXI, el surf, reveló su lado oscuro: a pesar de desarrollarse en el corazón de la naturaleza conlleva un gran impacto ambiental. La creación de una tabla de surf de 3 kg, por ejemplo, genera 6 kg de residuos peligrosos, y los materiales necesarios para su fabricación recorren una distancia media de 9.000 km.

Pierre Pomiers y Benoît Rameix, eran compañeros de trabajo en una empresa robótica, pero sobre todo eran dos apasionados del surf. En cuanto se percataron de la realidad, decidieron remar hacia el cambio.

Dicho y hecho: En 2006, crearon el innovador taller Notox en Angelu. Pusieron todo su empeño en preservar el medio ambiente y la salud de las y los artesanos: reducción de ruido, tratamiento del aire, absorción de contaminantes en aguas, sustitución de la acetona por disolventes volátiles y separación de residuos y partículas finas.

Pioneros sobre olas
En 2010, Notox diseñó la primera tabla ecológica fabricada con fibra de lino. En esencia, se trata de poliestireno reciclado recubierto con resina epoxi de origen biológico (56% de origen vegetal), de tal forma que la huella ecológica es mucho menor: los materiales se traen de mucho más cerca (700 km) y, de los 4 kg de residuos generados por tabla, el 75% se reciclan. Además, la fibra de lino aporta unas cualidades excepcionales: a parte de ser ligera, absorbe mejor las vibraciones.

Pulido de una tabla de corcho

«Combinando técnica, responsabilidad ecológica y precios accesibles, Notox encarna una nueva visión del surf.”

La revolución del corcho
En 2016, tras tres años de investigación, Notox atrajo también el interés de surfistas noveles e intermedios gracias a una tabla fabricada en corcho, un material fiable que resiste bien los golpes y, al ser antideslizante, no necesita cera. Esta tabla también gozó de un gran éxito y, a día de hoy, representa el 50% de la producción de la marca.

En constante crecimiento
Las creaciones de Notox están presentes en numerosas ferias, destacando la Exposición Universal de Milán, donde en 2015 logró una notable visibilidad global. Actualmente, la empresa exporta el 20% de sus ventas y tiene previsto crear un taller bajo licencia en Australia.

Combinando técnica, responsabilidad ecológica y precios accesibles, Notox encarna una nueva visión del surf, y ha logrado que la afición y el respeto al medio ambiente confluyan en una misma tabla.

Gabardina Loreak Mendiak: un manto de flores vascas para el mundo

Gabardina Loreak Mendiak: un manto de flores vascas para el mundo

Texto: Nahia Zubeldia / Fotos: Loreak Mendian
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En 1992, el donostiarra Xabi Zirikiain regresó a su tierra natal tras completar sus estudios de ingeniería mecánica y disfrutar de un año sabático cruzando el Atlántico y viajando por la India.

Inspirado por sus experiencias, comenzó a diseñar camisetas con las palabras en euskera Loreak Mendian. En 1995, junto a su amigo Víctor Serna, abrió una pequeña tienda en el puerto de San Sebastián. Xabi se encargaba del diseño de las prendas, mientras que Víctor se encargaba de su venta. Su marca fusionaba el estilo urbano con el vínculo con la naturaleza.

Histórica tienda en el puerto de San Sebastián

En la cresta de la montaña y la ciudad
En Euskal Herria, Loreak Mendian pronto se convirtió en un referente. Jóvenes de ambos lados de la muga vestían sus icónicas sudaderas con capucha y grandes flores. La marca apostaba por prendas unisex inspiradas en acontecimientos culturales y sociales del momento. Para 2011, ya contaba con doce tiendas y sesenta personas empleadas.

Mundando de estilo
En 2015, la marca Loreak Mendian marcó un nuevo rumbo. Dejó atrás su estilo entre surfwear y streetwear para embarcarse en colecciones más sofisticadas. Su estética se hizo más gráfica y refinada, pero sin renunciar a los principios que la definían: siguió cultivando el poder creativo, las raíces del territorio y la universalidad. Al parecer, la marca había alcanzado la madurez, y la gabardina Ura es un perfecto reflejo de dicha evolución.

«Disponible en colores neutros o eléctricos, esta gabardina se consolidó como un producto icónico de la marca”

De la vieja fuente, surge Ura, la gabardina
El clima lluvioso del País Vasco sirvió como inspiración para la gabardina Ura. Con un diseño elegante y minimalista, está confeccionada con un tejido impermeable de algodón trenzado británico que, a pesar de repeler el agua, no tiene ese brillo y aspecto mojado tan característico de los paraguas. Disponible en colores neutros o eléctricos, esta gabardina se consolidó como un producto icónico de la marca, y continúa siéndolo.

A los cuatro vientos
En la actualidad, la marca Loreak Mendian ha logrado arraigarse internacionalmente y se ha acercado a grandes grupos. En 2019, se unió a Ternua, especializada en tejidos y equipamiento deportivo, marca que se esfuerza por extender la conciencia ecológica a nivel global. Con presencia en 50 países, Loreak Mendian sigue cultivando sus raíces y extendiendo sus ramas.

Libro Hemendik: La historia de 50 objetos iconicos de Vasconia